El 13 de Julio de 1980 falleció en Guadalajara, México, un Anarcosindicalistas del ala más combativa de CNT que habría de convertirse en figura política clave y gestor de la revolución española del 19 de Julio de 1936.

JUAN GARCÍA OLIVER
EL ECO DE LOS PASOS DE UN REVOLUCIONARIO
1ª PARTE
Por José Martínez

Tras muchos años de silencio y de huir de todo tipo de protagonismo histórico, desde su exilio mexicano Juan García Oliver dio a conocer sus Memorias. Anarcosindicalista de la primera hora, hombre bregado en huelgas y luchas revolucionarias, este antiguo camarero, huésped asiduo de los más duros penales de la dictadura primorriverista, había de convertirse en una de las figuras políticas claves del bando republicano. Su intervención resultó decisiva para la continuidad de la legalidad republiblicana en Catalunya tras la derrota de las fuerzas insurrectas y más tarde, siendo ya ministro de Justicia, había de convertirse en hombre-puente a quien confiar el allanamiento y suavización de los antagonismos que enfrentaban a las fuerzas en el seno de la República.
De sí mismo, Juan García Oliver ha dicho: "Mi muerte será gris y posiblemente llegue con demasiado retraso". Más de medio siglo de actividad militante hacen imposible una biografía sucinta, a la manera clásica, que marque los hitos más importantes de su vida. Lo importante en García Oliver es el hilo conductor, la coherencia íntima de sus actos.
Los primeros pasos
Nacido en Reus en 1902, en una familia de obreros del textil, sólo le será posible frecuentar breve tiempo la escuela primaria. En El eco de los pasos recordará con cariño a uno de sus maestros, el republicano Grau.
Una huel
ga perdida que significará la miseria para su familia y los encuentros armados en Reus entre obreros y soldados durante la "Semana Trágica" serán sus primeras impresiones de las luchas sociales. Niño todavía, empezará a trabajar en la hostelería en Reus, en Tarragona y, finalmente, en Barcelona. Le conquista rápidamente la magia de la gran ciudad. Allí asiste a los enfrentamientos originados por la Huelga General de 1917, y participa en la fundación del Sindicato único de camareros (CNT).


A su liberación será comisionado por el Comité regional de la CNT de Cataluña para organizar los sindicatos de su comarca natal, feudo entonces de la UGT y del lerrouxismo. En Reus existe industria textil, tenerías, serrerías, molinos de aceite, empresas de transporte y construcción.

García Oliver trabaja como camarero. La oligarquía local, enriquecida por la primera guerra mundial, es dura y está influida por los jesuitas y el requeté. Hay pocos militantes anarquistas. Pero su labor de organizador tendrá inmediato éxito: ganará su primera Huelga, la de transporte, aplicando la enseñanza del "Noi del Sucre": si se plantea una huelga, hay que ganarla, cueste lo que cueste.
La consolidación del anarcosindicalismo en la década de los 20'


A finales de 1921 forma parte de una comisión de Cenetistas que visita en Madrid al Gobierno para intentar resolver la crisis textil, pero cuyo objeto oculto era preparar el atentado contra Eduardo Dato, jefe del Gobierno, el hombre que refiriéndose a los sindicalistas de CNT dijo: "Sus y a ellos". García Oliver obtendrá el dinero necesario para la empresa, pero en el momento del atentado estará de nuevo en la Cárcel Modelo de Barcelona. La muerte de Dato dará lugar a su liberación y podrá asistir en calidad de representante de los sindicatos de Reus a la Conferencia nacional de CNT en Zaragoza, primera asamblea de carácter nacional a la que asiste.

En 1926 se exilia en Francia. Amante de las grandes ciudades, García Oliver recordará en sus Memorias un París insólito, en el que frecuenta a anarquistas franceses, rusos, italianos y españoles, algunos de ellos supervivientes del dispersado grupo "Los Solidarios", y también a nacionalistas catalanes. Tiene trato frecuente con Maciá, pero no secunda sus proyectos de invasión armada de Cataluña. Los esfuerzos de García Oliver para unificar la acción de los sindicalistas y anarquistas españoles exiliados en Francia fracasarán.


Delatados antes de pasar a la acción, el grupo se dispersará: Durruti, Ascaso y Jover serán encarcelados; Aurelio Fernández y García Oliver vuelven clandestinamente a España y son detenidos en Pamplona. García Oliver será condenado y enviado de nuevo al Penal de Burgos. Tiene entonces 25 años. El 13 de abril de 1931, sublevará la población reclusa y proclamará la República en el propio penal.
El nacimiento de la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.)

En Barcelona encuentra una CNT en pleno proceso de reorganización tras los años de clandestinidad impuesta por la dictadura de Primo de Rivera y dominada por la tendencia reformista que inspira Ángel Pestaña. Prácticamente solo, García Oliver expone en el Congreso nacional de CNT de 1931, el embrión de lo que pronto serán las posiciones "faístas": la táctica de la "gimnasia revolucionaria" encaminada a impedir que la Segunda República se estabilice y que CNT caiga en el reformismo, el llamado "treintismo", posiciones que simbolizará la bandera rojinegra, creada por el propio García Oliver y que se enarbola por primera vez el 1.° de mayo de 1931 en una manifestación que acabará en tiroteo en la plaza de San Jaime de Barcelona.


Defensor de la independencia y de la hegemonía obrera de CNT, García Oliver encabezará la oposición a la Huelga General de octubre de 1934 y será duramente criticado en el propio seno de la CNT, especialmente por los sindicalistas asturianos. A fines de 1935, en unión de Durruti y Ascaso, negociará con delegados de Esquerra de Cataluña, que representan también al Frente Popular, la no abstención electoral de CNT a cambio de la amnistía y de la entrega a los anarcosindicalistas de armas, base material para su plan defensivo ante el previsible golpe de Estado derechista en caso de victoria electoral de las izquierdas. Esquerra y el Frente Popular no cumplirían la segunda parte de su compromiso y ello será una de las causas de la debilidad de la respuesta de los anarcosindicalistas andaluces y gallegos frente al golpe de Estado de julio de 1936.
En el Congreso de Zaragoza de mayo de 1936, su papel será determinante en la reunificación de los sindicatos "treintistas" y la CNT. Pero es duramente atacado por su propuesta de creación de milicias sindicales y el texto de su ponencia sobre el comunismo libertario será sustancialmente alterado.

Barcelona 1936. Valencia, Severino Campos, Ricardo Sanz, Aurelio Fernández,
García Oliver, Gregorio Jover, García Vivancos y Agustín Souchy.



Juan García Oliver en la Barcelona revolucionaria
El Comité de Milicias tropezó con la enemiga del Gobierno de la Generalidad, con las maniobras de los partidos del Frente Popular y con la oposición del Gobierno central y halló escaso calor en las instancias dirigentes de CNT y la FAI, que hicieron suya la frase de Durruti "Renunciamos a todo menos a la victoria" que coincidía con la consigna comunista de "primero ganar la guerra, después hacer la revolución". Las conversaciones que García Oliver inicia con el Comité de Acción Marroquí no llegarán a resultados a causa del desinterés del Gobierno central, temeroso de crearse conflictos con Francia e Inglaterra si contribuía a modificar el equilibrio colonial en el Magreb.
"Un ex-presidiario Ministro de Justicia"

El Comité de Milicias es disuelto y los Cenetistas entran en el Gobierno de la Generalidad, primero, y en el Gobierno de Largo Caballero poco después. Opuesto a la disolución del Comité de Milicias y a la participación gubernamental de CNT, García Oliver será, sin embargo, ministro de Largo Caballero, junto con sus compañeros de organización Federica Montseny, Juan Peiró y Juan López.

Los ministros anarquistas: Juan López, Federica Montseny,
Juan García Oliver y Juan Peiró

Rasgo típico en él, una vez se ha plegado a la decisión de CNT, García Oliver lleva a cabo su labor con la mayor eficacia posible:
· Pone fin a los asesinatos que llevan a cabo en Madrid las Juventudes Socialistas Unificadas
· Disuelve el "Tribunal de la Sangre" en Valencia
· Ordena la destrucción de los archivos de antecedentes penales
· Dicta una serie de leyes de inspiración revolucionaria:
* Creación de Tribunales Populares
* Reforma penitenciaria
* Igualdad de derechos para ambos sexo
* Redención de penas por el trabajo.
· Se opone a la creciente influencia del Partido Comunista y de la URSS, con el apoyo táctico de Largo Caballero, a pesar de las amistosas relaciones que mantiene con los diplomáticos y consejeros militares soviéticos.
· Propone la constitución del Consejo de Defensa, supremo organismo para la dirección de la guerra, del que será miembro encargado particularmente de la organización de las Escuelas de Guerra.
Largo Caballero perderá el poder, víctima de la confluencia de diversos intereses contradictorios sostenidos por el Gobierno soviético, todos ellos opuestos al predominio del ala socialista izquierdista y del anarcosindicalismo.
La lectura de las Memorias de García Oliver, El eco de los pasos, hace plausible la hipótesis de que los agentes soviéticos en España estaban divididos y que durante algún tiempo se sopesó la conveniencia de apoyar la línea política que representaba García Oliver.
A partir de junio de 1937, contemplará en Barcelona la degradación de la situación republicana y tratará de oponerse al influjo creciente del Partido Comunista. A comienzos de 1939, se ofrecerá, sin ser escuchado, a defender la ciudad y tendrá que pasar a Francia. Desde allí, ve la perdida de Cataluña para la República, y propone volver a la zona Centro-Sur para proseguir la guerra. Tampoco será esta vez seguido. Acepta y justifica la constitución de la Junta del coronel Casado, considerándola como la única solución para llegar a una paz pactada con Franco.

Coronel Segismundo Casado:
Escoged(...) entre la paz(...) o la guerra al servicio de la locura imperialista.
Empieza entonces para él un exilio que durará hasta nuestros días. Primero en Francia. Luego en Suecia. Al comienzo de la segunda guerra mundial, obtiene un visado de tránsito de la URSS y, a través de la Siberia, se embarcará para llegar a México, donde todavía reside. Allí, reorganizará la CNT, de la que será secretario nacional en 1944, sosteniendo la postura de que los exiliados españoles deben reconstruir las instituciones gubernamentales, se declaren beligerantes en el conflicto mundial, para proseguir una guerra que él no considera terminada, y contribuir a la derrota del Eje, única manera de acabar en España con el régimen franquista. Esta postura no hallará el asentimiento general del exilio republicano español.
"Ni antes, ni durante mi gestión de ministro, ni durante el tiempo que vegeté en Barcelona, me arrepentí de lo que hice siendo ministro, ni de haber propuesto ir a por el todo. Jamás dejé de esperar la oportunidad de poder hacerlo."
Publicado en Nueva Historia nº 24, enero 1979
Si quieres el libro de "El eco de los pasos" en PDF pincha abajo.
A MODO DE INTRODUCCIÓN
(del libro"EL ECO DE LOS PASOS")
Por Juan García Oliver

Este no será un libro completo. Tampoco será una obra lograda. Sobre CNT -CNT igual a anarcosindicalismo- se ha escrito bastante. Y se ha escrito por haberse revelado como la única fuerza capaz de hacer frente a los militares españoles sublevados contra el pueblo. Fue CNT -los anarcosindicalistas- la que impidió, por primera vez en la historia, que un ejército de casta se apoderase de una nación mediante el golpe de Estado militar. Hasta entonces, y aún después, nadie se opuso a los militares cuando en la calle y al frente de sus soldados asestaban a su pueblo un golpe de Estado. La sublevación de julio de 1936 era de carácter fascista y al fascismo europeo, en la calle y frente a frente, ningún partido ni organización había osado enfrentarlo. CNT -los anarcosindicalistas- no logró hacer escuela en las formaciones proletarias del mundo entero. Otros golpes de Estado han sido realizados después por militares. El de Chile, por ejemplo, frente a casi los mismos componentes que en España -socialistas, comunistas, marxistas-, pero sin anarcosindicalistas, fue para los militares un paseo. Tal como se está explicando lo ocurrido en Chile, la lección para los trabajadores será nula. Porque no fueron los militares quienes mataron a Allende, sino la soledad en que lo dejaron. Algo muy parecido le ocurrió al presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, en el movimiento de octubre de 1934. Entonces, como ahora, predominaba en Europa una manifestación del comunismo, gritón, llorón, dado a difamar a cuantos no se doblegan al peso de sus consignas. Bueno, sí, para organizar desfiles aparatosos en Madrid, en Barcelona, en Santiago, en Berlín.
Pero, al trepar al poder Hitler en Alemania, solamente el anarquista individualista holandés Van der Lubbe tuvo el arranque de pegarle fuego al Parlamento, desafiando las iras de quien se creía más poderoso que los dioses. Aquel fuego purificador alumbró la sordidez del mundo comunista, pagado de sus periódicos, de sus desfiles, de sus manifestaciones, pero que, carente de la chispa insurreccional de los anarcos, siempre dejó libre el paso a los enemigos de la libertad. No amando la libertad, no son aptos para defenderla.

CNT tuvo excelentes luchadores, hombres y mujeres capaces de llenar páginas de Historia. Pero careció de intelectuales capaces de describir y de teorizar nuestras gestas.
Durante años he vivido en la duda de si debía eternizarse nuestras luchas en narraciones veraces. El final de Allende, asesinado por la soledad en que lo dejaron sus partidarios, me ha convencido de que convenía que el mundo obrero conociera lo que éramos colectivamente, y no solamente a través de la imagen de un hombre y de un nombre. CNT dio vida a muchos héroes. En la medida de lo posible deben irse aportando ya los materiales de la verdadera historia del anarcosindicalismo en su aspecto humano, más importante que las manifestaciones burocráticas, que tanto se han prodigado. Solamente la veracidad puede dar la verdadera dimensión de lo que fuimos.
La verdad, la bella verdad, sólo puede ser apreciada si, junto a ella, como parte de ella misma, está también la fea cara de la verdad.
Juan García Oliver
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05 Diciembre 2019
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